Aunque se trata de una D.O. joven, los vinos que se producen en Sierra de Salamanca van abriéndose un hueco entre los amantes de los caldos con aromas frutales y florales al gusto en el paladar.
La zona de la Sierra de Francia enamora a la vista, pero también al gusto, y no sólo por su gastronomía. Aunque existe una cierta tradición vinícola en esta parte de la provincia salmantina, hasta hace apenas 13 años, no contaban con una denominación de origen propia y los trabajos en los viñedos habían decaído a finales del pasado siglo XX, coincidiendo en gran medida, con el descenso de población y el éxodo del medio rural al urbano.
La orografía de esta comarca charra no ponía fácil trabajar sobre la tierra a pesar del microclima casi mediterráneo que se dan ella y que favorecía en gran medida el cultivo de la vid: Los veranos secos con noches frías propiciaban una ayuda excelsa a la maduración de la uva que, junto a las diversas alturas entre viñedos, permitían mantener una buena acidez y los aromas característicos de cada variedad.
El cambio de siglo trajo consigo la creación de 4 modernas bodegas, abandonando el modelo cooperativo y ese aire de cambio dio pie a la creación de la Denominación de Origen Sierra de Salamanca, que, a pesar de ubicarse en la Sierra de Francia, decidió no usar el termino que se refiere al país galo para evitar confusiones en el consumidor final.
Los caldos por excelencia que aquí se producen son la autóctona de la rufete, tempranillo aragonés y la garnacha o calabrés: “son con las que más se trabaja en la denominación” destaca Rebeca del Rey, directora técnica, “son vinos ligeros y fáciles de beber, se buscan más los aromas frutales y florales, siguiendo la tendencia de hoy en día. Aunque también tenemos vinos que tienen un toque más a madera, pero sobre todo intentamos que salgan a relucir los sabores primarios de las uvas como la rufete que tiene esa cualidad”.
La cosecha de este 2023 ha dejado una campaña de más de 50 días “y eso que empezamos muy pronto a mediados de agosto y nos ha llevado hasta bien avanzado el mes de octubre” y que deja un balance positivo para la Denominación de Origen Sierra de Salamanca, como explica Rebeca del Rey. Además, en este año la familia vinícola de esta zona que abarca a 26 municipios serranos, ha crecido con la incorporación de nuevas bodegas, viticultores y superficie de viñedos, lo que hace mirar con optimismo al futuro de la enología en esta parte de la provincia salmantina, sin olvidar el trabajo de quienes estuvieron antes, las generaciones que abrieron el camino para que ahora esta labor sirva para repoblar poco a poco los entornos rurales y vuelvan a llenarse de vida y sabor: “Existe relevo generacional, y cada vez más gente joven viene y pregunta por los pasos a seguir para crear su propia bodega o plantar sus primeras viñas” señala con ilusión la directora técnica.
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