De Castillos y Leones

Soy una mujer de palabra. De hecho, la llevo tatuada en el brazo izquierdo. Y cumpliendo mi palabra conmigo misma, trato de disfrutar de una tarea deliciosa: vivir la felicidad en las inmensas pequeñas cosas de cada día, de cada camino... y compartirla. La vida me parece muy corta para que no sea vivida intensamente. Y más corta todavía para que no sea compartida. Así será esta columna. Palabras. Caminos. Opiniones y sentimientos compartidos. A partir de este primer número, dividiré contigo mi mirada muy brasileña y muy española. Viviremos juntos las sensaciones y emociones que siento entre castillos y leones desde hace unos años.

Por vocación y entrenamiento, soy una contadora de historias. Después de 25 años trabajando ininterrumpidamente con el periodismo y la escritura, el amor por Castilla y León llevó a esta señora de casi cincuenta tacos a estudiar Turismo y compartir aula e ilusiones con chavales de dieciocho. Volví a estudiar porque deseaba aportar mi granito de arena a la promoción de nuestro destino.

No me vale esta cómoda posición de decir que somos espectaculares pero que no sabemos vendernos como Andalucía, Madrid, País Vasco y bla, bla, bla. Estar de criticona de brazos cruzados es un estilo de ropa que no me viste, una talla que no me entra. Un apodo que no me pega. Decidí, pues, ponerme en acción. Lanzar mi palabra bien fuerte para que volara al viento castellano. Juntarme a tantos y tantos que lo hacen todos los días. ¡Y qué bonito es saber que este ejército de Castilla y León está absolutamente activo! Que hay mucha, muchísima gente como yo, que siente el corazón latir más fuerte cuando defiende lo suyo con convicción y entusiasmo. Que esta España vaciada que me contaban cuando llegué aquí en realidad está llena de gente. Lo veo todos los días. Auténticos e incansables trabajadores por todo esto. Somos un hormiguero entero y día tras día siento que somos más. Entre palabras y caminos te invito a vivir conmigo nueve interminables ins- tantes de luz: Ávila, Segovia, Soria, Zamora, Palencia, Burgos, León, Salamanca y Valladolid. Destinos. Llegadas. Puertos de campos, páramos, valles, montañas, mesetas, patrimonio. Patrimonio Mundial. No, querido lector, no somos para nada pequeños. Tenemos aquí un enorme patrimonio para vivirlo, disfrutarlo y contárselo a los demás. Es así: tenemos que protagonizar historias increíbles y contarlas después. También tenemos que seguir aprendiendo a recibir a la gente con hospitalidad, profesionalidad, afecto y orgullo.

Tenemos que sentir esta piel de gallina y compartirlo (insisto). Salir de nuestros castillos y visitar los castillos de los demás. Beber nuestros vinos y patear nuestros caminos. Turistear por la propia tierra, como amantes que se entregan sin pensar en ataduras e imposibilidades. Como poetas enamorados. Como gente de palabra. Delibes, Manrique… o Machado, Unamuno... ¡tan de aquí como yo! Sentir cada una de estas palabras. Como peregrinos de un solo camino. Como anfitriones de un mismo castillo. Como leones.