La Catedral de Zamora como punto de partida | Foto: F. J. Colmenero


ZAMORA
Actualizado 12/03/2024 13:50:35

Desde donde se quiera salir y hacia cualquier dirección la provincia de Zamora es un gran baluarte de los que aman la libertad, y por supuesto en moto

De norte a sur, de este a oeste, Zamora vuelve a dar un paso de gigante en su turismo de interior y en cualquier estación del año las motos en la provincia ya son más que conocidas y amigas de parajes y puntos de encanto singular.

Los otoños y primaveras zamoranas llevan a miles de amantes de las dos ruedas a lugares y entornos de incomparable belleza con curvas de ensueño y con vistas de filme de primera línea. Si partimos la provincia en tres rutas es más que nada porque no queremos aburrir al lector que no pasea en moto y no conoce el placer de las curvas peraltadas o las subidas para divisar horizontes lejanos. Ejemplo de ello es el de los tres reinos con solera y peso en la aventura que nos ocupa.

Salimos sin más dilación de la capital de la provincia hacia la llamada ruta de Arribes del Duero, la carretera de Almaraz o de la Cárcel ZA-P 2223, la de los infiernos, nos lleva entre encinas a una ladera curvilínea con vistas a la izquierda de parar y respirar el olor a jara divisando un Duero majestuoso que curvea a nuestro lado, presa de acantilados con muchos metros de altura entre vía y agua.

Por Almaraz o por Villaseco del Pan nos dirigimos al embalse de Ricobayo, un precioso remanso de agua embalsada y central hidroeléctrica puesta en marcha en 1935. Marcando un hito en la historia de la producción eléctrica en Europa, esta carretera nos lleva a la localidad donde tomamos dirección a Miranda do Douro en una ZA-324 que discurre por Villalcampo, donde podemos hacer en nuestras monturas la mejor de sus cabalgadas. Asfalto en perfecto estado con curvas en bajada y subida que darán mucho juego a los que se despegan de la maneta con avidez. Podemos parar a ver el Puente de la Veiga, de construcción celta en época romana, también el Mirador del Salto de Villalcampo, vistas de espectáculo de primera calidad y continuar una ruta que nos llenará los pulmones de aire limpio y puro.

El aroma a río y a naturaleza, a jaras y encinas está presente en todo momento. Kilómetros más adelante, el Sayago profundo, el Sayago ganadero de lindes de piedras angulosas a la vista del viajero. El paquete ha de controlar tumbadas ya que en muchas ocasiones los topes pueden sonar con entera normalidad en curvas de belleza sin igual. Llegar a Miranda y divisar desde el arribe portugués los desfiladeros de más de 200 metros de altura es toda una experiencia. Parar en el Restaurante Mirandés y apostar por un bacalao a bras y unas postas es todo un acierto. Tomarse un café a la orilla del acantilado también es recomendable.

Para proseguir por la IC5 portuguesa desviándose hasta el mirador del Picote es algo que hay que hacer al menos una vez en la vida. De allí dirección Bemposta hasta Fermoselle mantendrá el tempo de una ruta para hacer pronto en la mañana y tomar un refrigerio en Miranda, o comer en Fermoselle, lógicamente en el Restaurante España donde el paladar tendrá un momento orgásmico con cualquiera de los platos que se producen en la cocina de Mar Marcos. Un simple champiñón o unas patatas fritas son de máster, y ya metidos en bacalaos o corderos con salsa de almendras...un capricho de dioses.

De Fermoselle a la presa de Almendra no hay más de 15 minutos ya en provincia de Salamanca, pero es momento de contemplar otros 200 metros de caída de agua embalsada desde el llamado mar de Castilla. Argusino fue el pueblo que tuvo que ser sacrificado para poder embalsar cientos de hectómetros de agua que dan energía a centenares de hogares en nuestro entorno. Aquí los tres reinos de nuevo, el de León, el Portugués y el de los cielos que en cualquier día nublado dará lugar a fotografías para enmarcar y de las de fardar en las redes sociales. De la presa a Bermillo por una carretera divertida, parada en Pereruela para ver el museo del barro y llegada a la Bien Cercada con el atardecer a la espalda, girarse y disfrutar de la cara oeste de la ciudad tomando un refrigerio en la playa de Pelambres, todo un plan.

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