Un paseo por Peñalcázar

Soria esconde entre sus fronteras auténticos tesoros. A pesar de que alguno de ellos se encuentra abandonado y deteriorado por el paso del tiempo, su historia merece ser contada. En esa dirección, nos trasladamos hasta Peñalcázar, una localidad que despidió a Segundo Alcalde Portero, su último habitante, en 1.978 -durante las primeras votaciones democráticas, varios medios nacionales se hicieron eco de su existencia, ya que se tuvo que constituir una mesa electoral para este único vecino-.

Con esa carta de presentación, el segundo paso radica en saber cómo llegar desde la capital. Para ello debemos coger la N-234, en dirección a Calatayud. Una vez pasamos Ojuel, Almenar y Cardejón, utilizamos el desvío de Los Llanos de Torrubia hacia Reznos, aparcando en La Quiñonería. Saliendo de esta población, nos encaminamos hasta nuestro objetivo final del trayecto.

Recorrido

Durante los primeros metros de subida, observamos una cantera que dejamos a la derecha. Seguidamente, alcanzamos una antigua calzada romana de la que todavía quedan restos (esta era muy utilizada por los vecinos para bajar a por agua potable).

Sintiéndonos como ellos, avanzamos para entrar al pueblo, situado a 1.200 metros de altura, por una muralla en ruinas, testigo de las batallas que se vivieron en esta zona. En nuestros primeros pasos, comprobamos el estado de unas 70 viviendas abandonadas entre las que se encuentran un ayuntamiento, una escuela y una parroquia de mediados del siglo XIX. De esa manera, en un estado muy deteriorado, divisamos la Iglesia de San Miguel, que contaba con un retablo mayor del que se han conservado las imágenes de la Dolorosa y San Juan, según algunos historiadores. Al mismo tiempo, en una de las torres de la muralla, mirando hacia el este, apreciamos una especie de nevera en la que conservaban las carnes frescas con la nieve.

Todavía se pueden observar los restos de la imponente Iglesia de San Miguel

Por último, antes de finalizar nuestro recorrido, nos desplazamos unos cientos de metros para contemplar una construcción alejada del pueblo. Según nuestras fuentes, se podría tratar de una antigua ermita, por los contrafuertes situados en sus paredes. Desde ese punto, también podemos disfrutar de la inmensidad del territorio soriano, observando Torrubia, Reznos, Carabantes o La Alameda; sintiéndonos en la cima del mundo y viendo también, de cerca, varios buitres que sobrevuelan los alrededores. Con todo ello, nos despedimos de una ruta histórica que merece ser conocida por todos los habitantes de la Comunidad.