Desde hace más de 500 años se representa la primera obra de autor conocido, Gómez Manrique, escrita para el monasterio de las clarisas en Calabazanos
En 556 años ha habido guerras, pandemias y crisis de todo tipo. Pero ninguna vicisitud ha echado atrás a los vecinos de Villamuriel de Cerrato ni a las hermanas del Real Monasterio de Nuestra Señora de La Consolación de Calabazanos, un pequeño núcleo de población de este municipio palentino. Durante todo este tiempo, de manera ininterrumpida, se ha venido representando la que está considerada como primera obra de teatro en castellano de autor conocido: el Auto de Nacimiento de Nuestro Señor, escrito por Gómez Manrique. Una semilla sembrada en tiempos de una jovencísima Isabel La Católica (cuando aún era infanta) que germinó en una tradición vinculada a las artes escénicas que pervive en Villamuriel.
De hecho, sus tres grupos de teatro aficionado unen sus fuerzas cada otoño para preparar las funciones de esta obra teatral navideña, que se pone en escena dentro del propio monasterio, con la ilusión añadida de haber sido declarada Fiesta de Interés Turístico Regional por la Junta de Castilla y León este año.
Un reconocimiento público que, para el alcalde de la localidad, Roberto Martín, supone un altavoz a esa vinculación con la tradición teatral que desde hace unos años se liga también al turismo, a través de una ambiciosa programación cultural presentada bajo el lema ‘Villamuriel, cuna del teatro castellano’.
Gómez Manrique fue un noble de los albores del Renacimiento que tuvo una vida extrañamente longeva para su tiempo: nació en 1412 en Amusco (Palencia) y murió en Toledo en 1490. Tal y como nos desvela su apellido, era tío de Jorge Manrique, el poeta de Paredes de Nava (Palencia) que hizo historia en nuestra lengua con las Coplas a la muerte de su padre, ambos emparentados también con el Marqués de Santillana.
Gómez Manrique está considerado el primer dramaturgo de nuestra historia. Y esa primera obra de teatro es el Auto del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, que compuso para ser re- presentado cada Navidad en este monasterio de las clarisas, cuya vicaria era su hermana. Ella le encargó que escribiera un Auto con el que poder representar a los fieles el nacimiento de Jesús en vísperas de Navidad.
“Entre todos trabajamos para difundir que en Palencia y Villamuriel nació el teatro en castellano”. Roberto Martín
Una obra sencilla (a nuestros ojos del siglo XXI) con siete escenas dramáticas que narraban la llegada de Jesús al mundo. No se sabe con exactitud el año en que finalizó la obra (entre 1458 y 1481), pero se dice que se ha representado desde entonces sin interrupción.
Actualmente, tanto el Ayuntamiento como los vecinos de Villamuriel de Cerrato se afanan en poner en valor la importancia histórica del Auto y su representación anual, que hoy día corre a cargo de los actores y actrices de los tres grupos de teatro de la localidad: El Cigarral, Cachivache y A Ninguna Parte.
La obra es representada por los tres grupos de teatro de Villamuriel de Cerrato y las propias monjas clarisas del monasterio
Pero además, en la última escena actúan las propias monjas, que entonan el villancico Callad fijo mío chiquito, bello ejemplo de los primeros villancicos medievales, escrito también por Gómez Manrique.
Este diciembre 2023, las representaciones tendrán lugar el sábado 16 y el domingo 17 de diciembre, en dos sesiones cada día, a las 18:00 y a las 20:00 horas (las entradas podrán reservarse en la página web villamuriel.es). En torno a las representaciones se organizan actividades como un mercado medieval en el entorno del monasterio, con ambientación teatral y, por supuesto, la llegada de la infanta Isabel y su corte, que no falta nunca a su cita con las clarisas.
Y presenciar este momento tan especial que es la representación del Auto de Gómez Manrique es una excusa perfecta para conocer este municipio del alfoz de Palencia, que nos brinda otros recursos de interés: aquí podemos ver una de las espectaculares esclusas del Canal de Castilla y transitar su sirga hasta la vecina capital.
Pero también admirar su puente gótico, su iglesia protogótica de Santa María La Mayor, o el propio convento donde tienen lugar las representaciones, el Real Monasterio de Nuestra Señora de La Consolación, declarado Monumento Histórico Artístico desde el 2 de febrero de 1979, y reconocido como “el Escorial de adobe” según José Álvaro de Ojeda.