La DO Toro nos remonta a una historia de más de 2.000 años de antigüedad y de trabajo hasta dar forma a uno de los vinos más prestigiosos del país
Un vino con historia. Hablar de la tinta de Toro supone toda una lección de supervivencia, de maduración a través del tiempo. Uno de los grandes pioneros, fue su contundencia y capacidad de conservación las que le otorgaron 'el pase' para que el vino de la zona al sureste de la provincia de Zamora, lindando con Valladolid acompañara a Cristóbal Colón en sus primeros viajes descubriendo América.
La historia de la uva de Toro nos remonta a tiempos de los romanos que comenzaron a trabajar la tierra árida, ruda, marcada por la escasez de nutrientes y los contrastes térmicos que obligan a la vid a hundir sus raíces en busca de agua y que le permitió sobrevivir a la plaga de la filoxera, algo sólo comparable a los vinos insulares y que lo convirtió en toda una excepción en el Siglo XIX.
Situada a ambos márgenes del Duero, el terreno arenoso y la distancia entre vides marcan a este vino que se cultiva en una quincena de localidades, la mayoría en territorio zamorano. Un trabajo concienzudo dentro y fuera del terreno que potencia las virtudes de esta uva -de pequeños granos protegidos por una gruesa capa de piel- da como resultado un vino de intensidad y amplitud en boca que deja un sello incomparable.
Tras más de tres décadas desde el reconocimiento de la tinta de Toro -como se conoce en la zona a la uva tempranillo con la que se elabora el vino en un porcentaje mayoritario junto a la garnacha- como DO, sus 63 bodegas y 981 viticultores distribuidos por 8.000 hectáreas de viñedos, han sabido dar con la clave para ganar en status hasta posicionarse entre los mejores vino de toda España en una combinación perfecta de elegancia e intensidad.
Muestra de su crecimiento es el hecho de que el número de bodegas enmarcadas en la DO Toro se haya multiplicado por seis, muchas ellas dignas de un potencial tal que se codean entre otros tintos de prestigio internacional como el Termanthia, Alabaster, Pintia o San Román.