Su singularidad y el camino emprendido por bodegas y viticultores hacia la calidad, son el principal aval de unos caldos que brotan en 301 hectáreas de viñedos octogenarios acariciados por el sol en las laderas del Parque Natural Arribes
Como en casi todos los ámbitos de la vida, es lo singular lo que convierte a cada ser, a cada cosa, en algo único, auténtico, genuino para con el resto de su clase. Y así, sublimes por extraordinarios, por su diferenciación del resto, se presentan los vinos que nacen bajo la D.O. Arribes, un marchamo acuñado hace 16 años y que identifican por justicia lo que el hombre se ganó durante más de cinco siglos entre paredones y arribanzos, los mismos por los que se descuelga el Duero.
Y en esa tierra preñada de majuelos y olivos, en terrazas que asoman al gran río a su paso por las últimas quebradas de Zamora y Salamanca, antes de adentrarse manso en Portugal, nacen los vinos de Arribes. Hoy en 301 hectáreas de cepas de Bruñal, Juan García, Rufete, Mandón, Tinta Jeromo, Puesta en Cruz o Malvasía brotan sarmientos por los que corre el sudor del hombre, de generaciones de ribereños que han sabido mantenerse fieles al terruño y a sus viñedos, creando por su forma de vivir y entender el campo, toda una cultura ligada estrechamente al vino.
La presencia de estos vinos en los mercados ha ido en un aumento constante desde la consecución de la D.O., pero también gracias a su calidad y un respeto absoluto al consumidor y a la tierra de donde nacen. Mención especial para el enoturista merecen las bodegas subterráneas sustentadas por arcos de piedra, lugares que todavía hoy encierran la cultura milenaria del vino en Arribes.
La cosecha 2023 rondó el millón de kilos, como señala el director técnico de la D. O. Arribes, Carlos Capilla. Sobre la evolución de la D. O. en estos 16 años, Capilla asegura haberse producido un crecimiento del 100% tras pasar de las 400 mil botellas anuales de 2007 a las 800 mil actuales en un año bueno, además de haber superado la barrera de las 300 hectáreas de viñedo y haber pasado en este tiempo de 12 a 23 bodegas.
En cuanto al futuro de Arribes, Capilla señala que “hemos llegado y nos estamos manteniendo”, por lo que “el siguiente paso es seguir creciendo, seguir dándole a los enólogos y a los viticultores la posibilidad de disfrutar del campo, de las elaboraciones que se pueden hacer aquí. Tenemos que darnos a conocer, que la gente sepa que tiene una D.O. en Salamanca, una D.O. en Zamora, con un producto de unas estándares de calidad muy elevados”, por lo que el reto en este momento es “que la gente pueda pedir un Ribera, un Toro o un Arribes”.