Impresiones en primera persona de una de las rutas históricas que completan la oferta jacobea en Castilla y León, el Camino Olvidado a Santiago, que atraviesa las montañas del norte de la Comunidad
El Camino Olvidado a Santiago, una ruta jacobea empleada entre los siglos IX y XII, se erige como una joya entre las opciones de peregrinaje, entre los valles cántabricos meridionales. Empleado entre los siglos IX y XII, es una de las rutas jacobeas más antiguas de las que se tiene constancia.
Mi pareja y yo leímos un artículo en El País Semanal sobre el Camino Olvidado a Santiago. Nos dejó impresionados la belleza de las fotografías que mostraba el reportaje. La señalización, esa chapa rectangular oxidada color cobrizo, me cautivó: no quería hacer otro camino, tenía que ser ese.
Era nuestra oportunidad para volver al Camino, ya habíamos hecho el de Santiago hacía 20 años. No sabíamos si íbamos a ser capaces, pues ya teníamos una edad. A mediados de junio del 2022 partimos desde Bilbao y en siete etapas llegamos a Aguilar de Campoo.
No nos defraudó el Camino: los pueblos de esa España vaciada, sus gentes, sus sendas entre robledales.
Los bares, de los pocos que encontrábamos, donde poder tomar un bocadillo. Aún recuerdo el bar de la estación de Bercedo: ese día tocaba lentejas... ¡Las mejores lentejas! Charlando con los comensales de las otras mesas, con esa cordialidad castellana…
Este año continué haciendo el camino, ahora sin mi pareja: había fallecido. Mi sobrino había cogido el testigo de este proyecto.
Salimos desde Aguilar de Campoo y, tras cinco etapas, llegamos a Boñar. Un maravilloso aunque exigente recorrido en el que atraviesas el valle de Tosande o subes a Peñacorada. ¡¡Qué hermosas vistas, qué colores!!
Y qué decir de las oportunidades que nos brinda el Camino… Me refiero a reencuentros de compañeras de las que no sabes nada desde hace más de cuarenta años, pero sí recuerdas que eran de San Pedro de Cansoles, último pueblo de la provincia de Palencia, antes de llegar a León, y aprovechas que el camino pasa por ahí para preguntar por ella y dejar recado a las personas que te encuentras para dar tu teléfono para que se ponga en contacto contigo aquella amiga y compañera de la Escuela de Enfermería de Palencia. Y así fue como volvimos a reencontrarnos.
Lo peor del Camino, la señalización, a veces escasa, otras confusa o no visible. Largas etapas sin posibilidad de abastecimiento y alojamiento, por tanto, poco frecuentado. Lo mejor del Camino, que esto precisamente lo convierte en “el auténtico Camino”: vas solo, con tu mochila, sin posibilidad de infraestructuras de apoyo. Únicamente tu mochila y tú.
En la mochila lo imprescindible, tu cuerpo y tu mente, no hay más… Ni nada menos. Un viaje a tu interior rodeado de un hermoso paisaje.