La seo leonesa es uno de los monumentos más importantes de León, revelando además buena parte de su historia y que nos recuerda la im- portancia de preservar el patrimonio cultural para las futuras generaciones.
En el corazón de la ciudad de León se erige un tesoro arquitectónico que ha cautivado a generaciones con su composición gótica y su historia milenaria: la Catedral de León. La conocida como ‘Pulcra Leonina’ es una de las imágenes más icónicas de la provincia leonesa, con una importancia artística, social y religiosa que permanece desde hace siglos. Pero su historia está a lo largo de los siglos llena de anécdotas y curiosidades que sin duda han marcado aún más su perfil.
La historia de la Catedral de León se remonta al año 916 cuando el rey Ordoño II, tras vencer a los árabes en la batalla de San Esteban de Gormaz, decidió ceder su palacio real para erigir el primer templo catedralicio. Bajo el episcopado de Fruminio II, y con la colaboración del pueblo fiel, se transformaron los espacios en los que antes había termas y otros edificios públicos romanos.
Siguiendo la tradición cristiana de enterrar a las figuras de autoridad en los templos, la Catedral de León alberga los restos del rey Ordoño II, hijo de Alfonso III el Magno y Jimena de Asturias. Su tumba en la girola de la Catedral, labrada en el siglo XIII, testimonia el agradecimiento del pueblo leonés por su generosidad.
La catedral original, de factura románica, dio paso a una nueva construcción de estilo “a lo moderno” que es como llamaban al que hoy llamamos gótico, que buscaba elevar los templos lo más alto posible para acercar a los fieles a Dios, y que en el caso de la Pulchra Leonina se convirtió en un verdadero ejercicio de equilibrio arquitectónico para crear una catedral sin paredes de piedra, sujeta con muros de cristal. Con los años los añadidos barrocos perjudicaron su estabilidad, con una cúpula que casi echa abajo la fábrica gótica, por lo que en 1844 fue declarado por decreto real el primer Monumento Nacional de España.
La Catedral de León se inspiró en la catedral de Reims, Francia. Su geometría, planta, alzados y repertorios decorativos, como las inconfundibles gárgolas, y simbólicos la hacen un auténtico edificio transpirenaico, alejado de la corriente hispánica y perteneciente a la escuela de la Champaña francesa.
Si hay algo que caracteriza a este monumento son sus vidrieras, llegando a ser un símbolo de León. Los muros de la Catedral de León albergan 125 ventanales con 1.800 metros cuadrados de vidrieras policromadas, construidas de forma mayoritaria entre los siglos XIII y XVI.
Estas vidrieras, consideradas de las mejores del mundo en su género, han resistido el paso del tiempo y aún se conservan en su mayoría originales. Y dentro de este mar de luz y color resalta el rosetón central, ubicado en la fachada principal, al que algunos denominan el ‘corazón de León’, aunque en total dispone de tres. En 2019 se elaboró una meticulosa restauración de las 97 piezas que componen los 30 metros cuadrados de vidriera.
Una leyenda curiosa se asocia a la puerta de San Juan en el interior de la catedral. Se cuenta que un topo minaba el subsuelo durante la noche, arruinando el trabajo de los canteros. O esa era la “justificación” que daban los obreros cuando se hundía la Catedral porque el suelo era bastante pantanoso. Cosas de la vida, al cambiar de arquitectos ya no hubo tantos problemas con los cimientos. Quizá la tierra se secó o el trabajo se empezó a hacer mejor. Sin embargo, para callar rumores dijeron que habían cazado al topo que hacía de las suyas por la noche. Para demostrarlo dejaron sus restos expuestos en la puerta como advertencia. Aunque un estudio posterior confirmó que los restos son en realidad de un caparazón de tortuga, con el misterio de cómo llegó a la catedral leonesa todavía en vigor.
La Catedral de León ha enfrentado desafíos a lo largo de los siglos, como el terremoto de Lisboa en 1755 y un devastador incendio de su cubierta en 1966, que causó daños significativos. Sin embargo, gracias a la inversión y el apoyo de donaciones, la catedral leonesa se ha mantenido en pie y ha continuado siendo un tesoro arquitectónico y cultural.
¿Por qué se la denomina ‘Pulchra Leonina’? Tan sencillo como que en latín pulchra significa “bella”. ¿Y es que acaso no lo es? El equilibrio de sus líneas góticas, además de sus vitrinas, la convierten en merecedora de dicho título, aunque sea a nivel popular. Algo que se puede comprobar en imágenes espectaculares que expertos y aficionados son capaces de extraer de un monumento tan impresionante.