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Naturaleza fronteriza a través del paladar

Naturaleza fronteriza a través del paladar

Actualizado 08/03/2024 11:20

Dos parques naturales Reserva de la Biosfera y mucha gastronomía que ofrecer. Visitar la frontera de Zamora con Portugal implica un viaje en el tiempo y una experiencia para los cinco sentidos

Hablar de la raya fronteriza en Zamora supone hacer mención a paisajes agrestes y milenarios, entre miradores y cascadas imposibles, origen de leyendas y novelas literarias que hunden sus raíces en el fondo del agua. Implica también hablar de dos de los cuatro parques naturales enmarcados dentro de los límites de la Reserva de la Biosfera Meseta Ibérica: el Parque Natural del Lago de Sanabria y el Parque Natural de las Arribes, ambos pertenecientes a la Red Natura 2000. Escenarios dignos de conocer que todo buen viajero que se precie debe asimilar con el estómago lleno.

Porque es en Las Arribes donde el Duero se encajona entre profundos cañones en un recorrido de casi 100 kilómetros entre el extremo noroeste de Zamora y el extremo suroeste de Salamanca. Su superficie abarca un total de 58 municipios que dan cobijo a cerca de 22.000 habitantes en un paraje que incluye un rico patrimonio con vestigios bretones entre castros, tumbas antropomórficas y fuentes medievales, pero cuyo peso recae en los oficios tradicionales con molinos, chiviteros y las casetas de los carabineros.

Las Arribes aúnan tradición y naturaleza en un mismo compás que nos remite a tiempos del contrabando en un entorno marcado por el relieve granítico de cortados y roquedos y de sus cascadas. Espectaculares caídas desde más de 50 metros de altura como el Pozo de los Humos frente a otras, en muchos casos desconocidas como La Escala, La Cicutina o del Cachón de Peñavela, todas en Fermoselle.

Recorrer esta villa medieval es cita obligada. Declarada conjunto histórico-artístico en 1974, sus calles quebradas, estrechas y empinadas, unido a arquitectura popular y su armonía de pueblo erigido sobre la roca le otorgan un marcado carácter conservado con un orgullo atípico. El Balcón del Duero es Fermoselle asentado sobre la ladera del Castillo que aún conserva restos de su muralla exterior y ofrece uno de los seis miradores. Como también lo es entremuros y en el subsuelo donde el municipio alberga sus mayores maravillas: sus almazaras y, cómo no, sus bodegas milenarias.

Todo un compendio de los mejores manjares de la zona puede degustarse en La Posada de Doña Urraca. Capaz de emplatar una de las mejores carnes de la península como es la ternera de raza sayaguesa, pasando por los embutidos de Puente Robles -mención aparte merece su chorizo ibérico considerado el mejor del mundo o un bacalao a la portuguesa. No faltará la mejor selección de vinos de la DO Arribes, quesos con denominación de origen, ni de aceites ecológicos de la zona, auténtico oro líquido y producto gourmet digno de elogio.

La comida se saborea mejor en un entorno con balcones y terraza que completa un edificio histórico como es la posada edificada a inicios del siglo XX en lo que en su momento fue el cuartel de la Guardia Civil. A día de hoy, la posada acoge 19 habitaciones y cuenta con un comedor con aforo para 120 comensales que ha sido galardonado en varias ocasiones y avalado por la Guía Michelin.

El mapa pone rumbo a poco más de 150 kilómetros al norte de la provincia, hogar de uno de los Pueblos Más Bonitos de España como es Puebla de Sanabria, un enclave privilegiado en pleno Parque natural Lago de Sanabria y sierras Segundera y de Porto.

El que constituye el lago glacial más grande de Europa con lenguas de hielo de más de 20 kilómetros, 318 hectáreas de superficie y una profundidad de 51 metros, supone un verdadero foco turístico ajeno al calendario. Una visita que se completa con bosques dominados por el roble melojo o rebollo, el siempre espectacular cañón del Tera con salida en Ribadelago Viejo, amén de las más de 1500 especies vegetales que dominan el entorno. Todo ello sin olvidar verdaderas joyas arquitectónicas como el monasterio románico de Santa María (San Martín de Castañeda), actual sede del Centro de Interpretación del Parque.

Para ello nada mejor que degustar la cocina de La Posada. En pleno casco histórico de Puebla y adornado por su florida balconada, este restaurante permitirá al comensal degustar los habones, productos de temporada de la zona como los Boletus o un buen chuletón de ternera sanabresa aderezado con los vinos de DO Toro. Exquisiteces para saborear en la mesa como la morcilla de León o el pisto con verduras de Los Valles o bien en barra junto a una ración de las mejores cecinas de León. Todo un lujo para el paladar.