Zamora se viste de antruejo para dar otra campanada en la etnología y en las tradiciones, en la cultura y en los ritos paganos, aunque también en los cristianos
En la provincia de Zamora y con la cercanía de la región de Tras Os Montes en la vecina Portugal se da paso desde la festividad de Año Nuevo a las Mascaradas del mes de enero y sus ritos mágicos y ancestrales que representan la renovación, el paso a un nuevo ciclo, el enfrentamiento del bien contra el mal o el paso a la edad adulta de los mozos del pueblo.
Zamora se viste de antruejo para dar otra campanada en la etnología y en las tradiciones, en la cultura y en los ritos paganos aunque también en los cristianos.
Cada localidad tiene su peculiaridad y en las localidades de Riofrío de Aliste, Sarracín y Abejera los mozos se preparan muchos meses antes. Allí los cencerros de sus Carochos o Diablos salen de armarios y cajones, mientras el Zangarrón de Montamarta vela armas antes de salir a correr por las calles del pueblo. Y más allá, en la alta Sanabria, en San Martín de Castañeda, la comarca espera ansiosa los días que restan para su tradicional Visparra o Talanqueira.
Estos pueblos, estas pedanías y pequeñas localidades son la memoria, los resquicios de la Zamora mágica, de los ritos profanos adaptados al calendario cristiano. Las mascaradas son el tesoro de la Zamora rural, el legado que pasa de padres a hijos, de abuelos a nietos y que lucen con orgullo sus máscaras y sus vistosos trajes de colores que representan el ciclo de la vida a través de los siglos.
En las siguientes localidades y comarcas aún se mantienen mascaradas también en la región de la cercana Portugal de Tras Os Montes donde el antruejo tiene también un protagonismo claro en las tradiciones.
En el primer día del año los personajes recorren las calles de Riofrío de Aliste en la que es la mascarada más completa de cuantas perviven en la provincia, que constituye una auténtica representación teatral y que se prolonga hasta el anochecer. La aparición de los Carochos, envueltos en humo y profiriendo grandes gritos, es tan espectacular como su vestimenta.
Por la mañana, tienen lugar las dos primeras peleas, la petición de aguinaldo y el paso del Río Frío, cuyo puente vertebra la mascarada, pues lo atraviesan los Carochos. Después de una pausa para comer, la celebración se prolonga durante toda la tarde. Especial importancia tienen los vecinos del pueblo y los espectadores, que se implican en la mascarada como parte de ella. La fiesta está declarada de Interés Turístico Internacional.
También en la comarca de Aliste, pero en el pueblo de Sarracín, el día 1 de enero recorren sus calles los Diablos, vestidos de negro y provistos de caretas de corcho, tenazas, cencerros y varas. Aunque los diablos son los personajes principales, en la mascarada participan además la Filandorra y Rullón, el Ciego y el Molacillo, la Madama y el Galán, más dos Pobres del Saco.
En esta fiesta interviene en primer lugar el Cencerrón y la Filandorra en la Plaza Mayor del pueblo haciendo sonar los cencerros atados a la cintura. Posteriormente aparecen el resto de personajes de la mascarada con los que entablan luchas y embestidas, arrojándose ceniza. Un día especial
Montamarta acoge en sus calles los días 1 y 6 de enero el paso del Zangarrón, un diablo de vistosos colores y careta de cuero que va azotando a los vecinos con un tridente. Dos son los escogidos, entre los quintos de cada año, para interpretar el papel de Zangarrón, uno en Año Nuevo y otro el día de Reyes. Elementos tradicionales de esta fiesta son los cencerros, el aguinaldo, la bendición de los panes y la venia a las autoridades en una fiesta que comienza de madrugada cuando los jóvenes van a buscar al Zangarrón y se inicia el rito de vestirlo, algo muy laborioso.
El Zangarrón de Sanzoles, con su máscara de cuero, su penacho de cintas de colores, y su peculiar indumentaria de cuadros, es uno de los personajes más populares del calendario de fiestas y ritos populares de Zamora. El 26 de diciembre El Zangarrón saldrá por las calles en busca del aguinaldo y azotándolos con vejigas hinchadas. La fiesta está declarada de Interés Turístico Regional y consigue más y más visitantes cada año. El baile más que especial de los mozos del pueblo entorno al Zangarrón sitúa a esta mascarada como una de las más importantes de la provincia.
Pozuelo de Tábara vive su día grande el 26 de diciembre con la petición del aguinaldo, la misa y procesión, las carreras tras los mozos y 'Las votaciones'. Así, los 'Entrantes' acuden a despertar a los músicos, al Tafarrón y a la Madama, para ir después casa por casa dando los buenos días "en nombre del Niño Jesús". Desde las nueve de la mañana puede verse en la calle a los Alcaldes con sus vestiduras normales y al Tafarrón, vestido con su traje de centeno, y a la Madama con su florida indumentaria y sus grandes castañuelas.
En la festividad de San Esteban sale a las calles de Ferreras de Arriba una de las mascaradas más representativas del noroeste de la Península como es La Filandorra, también llamada La Obisparra. Quien acude al pueblo carballés el 26 de diciembre asiste a una auténtica secuencia teatral protagonizada por los vecinos del pueblo en la que intervienen cuatro personajes: los Guapos, que representan el bien (el Galán y la Madama, una pareja ataviada con indumentaria tradicional) y los Feos, que representan el mal (la Filandorra, con su traje de vistosas tiras de colores y una corcha quemada con la que tiznar a la gente; y el Diablo, con su máscara y su pelliza).
El 26 de diciembre, los Caballicos -antes solo salía uno-, corren tras los vecinos con una larga cola empapada de agua para mancharlos de barro El otro personaje típico de la localidad, el Pajarico, un mozo, se encarga de pedir el aguinaldo por las casas. La mascarada tiene además dos Zamarrones, que portan un palo con el que meten ruido y atrapan las piernas de algún incauto. Antiguamente además perseguían a las mozas de ambos lados de la Raya.
Recientemente Vigo de Sanabria (pueblo ubicado junto a San Martín de Castañeda) recuperaba su Talanqueira o Visparra, una mascarada de origen medieval que dejó de salir a las calles por falta de gente joven en el pueblo. Intervienen los Visparros, con llamativos trajes de colores, percusiones y tenazas; la Talanqueira o Touro, cuya misión es asustar a los vecinos por las calles; La Filandorra, moza guapa y próspera que tiene dinero y lleva rueca e hilo y que es quien prende fuego a los ciegos; y los ciegos, que van tirando harina a los asistentes.