Auténticos tesoros bajo tierra y origen de des- tacados vinos de la DO Arribes, estas bodegas milenarias han sabido adaptarse a los tiempos convirtiéndose en todo un foco de atracción enoturística
Visitar Fermoselle supone embarcarse en un auténtico viaje por el tiempo en todas sus facetas. Conocida como el ‘Balcón del Duero’ por su situación estratégica, su carácter puramente medieval nos traslada a tiempos remotos en los que la vid ya se cultivaba con ahínco y la uva se trataba con un mimo digno de todo manjar que se precie.
Fermoselle es tierra de buenos y numerosos productos, pero sobre todo, de vino y de secretos excavados en la misma roca. Allí, donde una hectárea de viñedo en terrazas y bancales situados estratégicamente al borde de la garganta apenas cuesta entre 10.000 y 15.000 euros, también reposan las joyas mejor conservadas: sus bodegas subterráneas. Fermoselle posee un encanto a todos los niveles. Porque el municipio, nombrado Conjunto Histórico, Cultural, Artístico y Arquitectónico, posee su mayor patrimonio literalmente bajo tierra.
El entramado de galerías sirvió también como refugio y vía de escape y, ahora, como foco de atracción enoturística
El trabajo concienzudo a base de sudor y cientos de años dio como resultado un complejo y completo entramado de galerías en las que conservar el vino, pero que antaño también sirvieron como refugio y vía de escape valiéndose de los aljibes y fresqueras y, ahora, como foco de atracción enoturística.
Esas cerca de mil bodegas que en su día operaban para dar forma al vino forman una riqueza oculta que sólo reluce en el caso de una treintena de ellas, las que se encuentran abiertas a las rutas guiadas, un proyecto de desarrollo turístico impulsado por la AECT Duero-Douro, cuyo fin es contribuir al desarrollo económico de la zona.
La extensa y científica investigación realizada en torno a estos tesoros del subsuelo que se remontan hasta el siglo X está más que refrendada. Los corredores y galerías subterráneas acogen cada mes de media a mas de medio millar de visitantes y el número de reservas se ha elevado un 27% en el último año, todo ello gracias a la intensa labor de difusión realizado a nivel interno.
El pase da acceso a la visita guiada por cinco de estas bodegas en un recorrido que alcanza la hora y media de duración pero que deja un recuerdo imborrable en el visitante. Una propuesta que en los últimos meses se ha diversificado al apostar por nuevas modalidades de ruta de aventura o bien a la carta. Una opción diferente de paladeo y una oportunidad para conocer desde dentro el origen del vino que se produce en esta zona de las Arribes.