Con más de 3.000 empleos y una producción de 18.000M€, la actividad vitivinícola genera riqueza y fija población en el mundo rural mientras lleva el nombre, el sabor y el buen hacer de la comunidad por todo el mundo
De los múltiples alimentos que produce la, cada vez más fértil gracias al cambio climático y a la apuesta por el regadío, tierra de Castilla y León, uno destaca sobre los demás. Con presencia de norte a sur y de este a oeste en las nueve provincias, el vino no solo es una seña de identidad sino, también, un importante motor económico.
Con 33.100 empleos y suponiendo más del 3% del Producto Interior Bruto de Castilla y León, la viticultura es joya y emblema del sector de la agroalimentación, uno de los cuatro pilares sobre los que se sustenta el sistema productivo de la región junto a la automoción, la energía y la construcción. Además, genera puestos de trabajo, riqueza y atractivos en el medio rural, ayudando a combatir la despoblación. Joya y bandera de Castilla y León no solo por su impacto económico y social directo, sino también por su iconicidad y por su elevado valor añadido. El zumo de uva fermentado se convierte en un agente social más de estas tierras. Del campo al arte, de la tasca más mundana a las mesas más distinguidas y de la bota a la copa. Engrasador de las relaciones sociales, elemento de nuestro ocio y disfrute. Siempre bien entendido y con moderación, el vino se convierte en el elixir perfecto con el que brindar por los grandes momentos y en el que ahogar los peores.
El mundo del vino produce más de 1.800 millones de euros anuales en la comunidad, según el estudio ‘La importancia económica y social de sector vitivinícola en Castilla y León’. De ellos, unos 800M€ son directos mediante el cultivo, la elaboración y la venta del caldo y otros 1.000M€ se generan gracias a industrias auxiliares como las del vidrio o el corcho.
De las laderas del Sistema Central a los montes de El Bierzo pasando por la nunca suficientemente loada ribera del río Duero. De las bodegas subterráneas a las fiestas de la vendimia. El vino recorre las 9 provincias de Castilla y León ocupando más de 80.000 hectáreas. Esta cifra es la segunda más grande del país y se concentra fundamentalmente en Valladolid (33%) y Burgos (23%).
Castilla y León cuenta con 10 denominaciones de origen para sus vinos
En total, se producen más de doscientos millones de litros de vino al año con cerca de un millar de empresas que exportan sus caldos fuera de España. Suiza, Alemania, Estados Unidos, México y Países Bajos son los principales mercados. Blancos, tintos y rosados. Los caldos de Castilla y León son, haciendo de la necesidad virtud, el maridaje perfecto para la cocina tradicional. Los tintos destacan por su estructura y su presencia, con unos taninos suaves que los hacen aptos para todos los paladares. Los blancos se caracterizan por ser frescos, ácidos y afrutados. Los primeros potentes, los segundos delicados, se complementan perfectamente como oferta apta para todos los gustos y momentos.
Bien es cierto que es injusto realizar una tabla rasa y definir unas características comunes para cientos y cientos de vinos que se cultivan a diferentes altitudes y con climas muy dispares, y que se elaboran y conservan también de maneras diferentes. Junto al clima y la altitud, el suelo (principalmente calcáreos, pedregosos y calizos) es el principal factor externo que marcará el aroma, el sabor y el color de un vino.
Del medio centenar de tipos de uva que se cultivan en Castilla y León, destacan el tempranillo en la Ribera del Duero y en la zona zamorana de Toro, y el verdejo del que salen los vinos blancos de Rueda predominantes en Valladolid. Pueblos y comarcas enteras que ceden orgullosos sus nombres a sus caldos para que estos lo paseen y lo luzcan por el mundo.
Castilla y León cuenta con 9 denominaciones de origen en el mundo del vino. Por orden alfabético, la de Arlanza, la de las Arribes, la de El Bierzo, la de Cigales, la de León, Ribera del Duero, Rueda, Tierra del Vino de Zamora y Toro. A ellas se suman los apenas 2,5 kilómetros cuadrados del municipio burgalés de Miranda de Ebro que constituyen el enclave de El Ternero y que se encuentran dentro de la DO Rioja.
En las siguientes páginas usted podrá conocer al detalle todas las Denominaciones de Origen de Castilla y León y descubrir ejemplos concretos de bodegas, pueblos, familias y tradiciones que han hecho del mundo del vino una forma de vida. Pero el vino transciende al propio producto líquido para convertirse en leitmotiv de actividades económicas, sociales y culturales. Es motivo de vida, de celebración y orgullo.
Los tintos, potentes, y los blancos, delicados, crean una oferta amplia para todos los públicos
La Consejería de Turismo de la Junta de Castilla y León ofrece nueve rutas del vino. Certificadas por la Asociación Española de Ciudades del Vino, suponen el número más alto de cualquier comunidad autónoma. En ellas paisaje y paisanaje, tradición y cultura, naturaleza e historia se muestran al visitante con el zumo de uva como hilo conductor. Bodegas, vinotecas, catas, cursos, museos, vendimias…
Nueve Denominaciones de Origen, cientos de bodegas comerciales y un sinfín de aspectos sociales que abarcan de lo festivo a lo etnográfico. Familias con bodegas subterráneas que han pasado de generación en generación, lagares que recobran vida una vez al año, rutas del vino por las 9 provincias, museos, fiestas, bailes y músicas para celebrar y pedir la cosecha o, simplemente, una copa de vino para celebrar y disfrutar juntos de la vida. Un vino, de la tierra.
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